miércoles, 19 de octubre de 2011

TAREA MAYRA*

MAÑANA VEREMOS
GONZALO HERNÁNDEZ SANJORGE
PERSONAJES
El Rey
La Reina
El Bufón
ACTO UNICO
Todo transcurre en una suerte de trastero donde se ven objetos diversos arrumbados sin orden ni cuidado. La habitación tiene tres salidas, tres oquedades sin puerta: una en cada costado y otra al fondo. Hay tres viejos sillones con sendos almohadones. Cada sillón es para una sola persona. Hay también una mesa con tres sillas y sobre la mesa tres bolsas de arpillera. En el suelo hay un enorme baúl de madera y junto a éste una especie de máquina en construcción.
Ninguno de los personajes tiene ropa de realeza, sino que visten bastante pobremente. El Rey y la Reina tienen en sus gestos una dignidad que contrasta con sus vestimentas.
Escena I
El Rey, La Reina y El Bufón. Están hincados revolviendo el baúl, buscando piezas para la máquina. El Bufón, haciendo un gesto de resignación con los hombros, ofrece algunas piezas al Rey. El Rey mueve la cabeza negativamente y el Bufón deja caer los objetos en el baúl. De pronto el Rey saca una pieza del baúl y va hacia la máquina. Prueba encajar la pieza en uno y otro lado de la máquina. La sostiene casi apoyándola contra la máquina y, sin mover los pies, aleja su cabeza como para observarla mejor.
REY: No, tampoco es ésta la pieza que necesito.
REINA: ¿Qué tal te parece ésta?
REY: Humm, humm. (toma la que le ofrece la Reina y hecha la otra al baúl. Va hacia la máquina y hace la misma operación que antes.) No, ésta tampoco es. (regresa al baúl y continúa buscando.)
BUFON: Oh, Rey, ¿por qué no nos dices qué estamos buscando? Tal vez entonces nos sea más fácil encontrarlo.
REY: ¡¿Otra vez Bufón?! ¡¿Cuánto más deberé repetírtelo?! Buscamos la última pieza que le falta a mi máquina.
BUFON: ¿Y cómo es esa pieza?
REY: No lo sé.
BUFON: Al menos dime cómo tendría que ser.
REY: No tengo la menor idea.
BUFON: ¿Acaso la Reina lo sabe?
REINA: Oh, no, yo tampoco.
BUFON: Veo que somos como niños en la oscuridad.
REINA: (Poniéndose de pie. Con exagerado tono de declamación dramática.) ¡Como panteras ciegas en la niebla de los objetos!
REY: (Poniéndose de pie. Con exagerado todo de declamación dramática.) ¡Como rinocerontes enceguecidos por el olor de la niebla húmeda!
BUFON: ¿Y cómo encontraremos lo que buscamos?
REY: ¡Buscando! (El Rey y la Reina se vuelven a hincar al mismo tiempo y continúan buscando en el baúl.)
BUFON: ¿Pero qué buscamos?
REY: Ya te lo he dicho.
BUFON: Pues es más lo que no me has dicho.
REY: Acostúmbrate, el mundo está lleno de misterios y otras cosas incomprensibles.
REINA: ¡Me distraen con tanta charla y no puedo buscar bien!
BUFON: Sólo quiero saber qué cosa es lo que buscamos.
REY: Lo sabrás cuando lo encuentres.
BUFON: ¿Y cómo lo sabré?
REINA. (Levantando una pieza del baúl y poniendo cara de satisfacción por haberla encontrado.) Simplemente dirás: "¡esésta!"
REY: ¿Es esa?
REINA: No, claro que no.
BUFON: (El Rey se levanta a probar otra pieza en la máquina.) Al menos sabemos que está en esta caja.
REY: Saber, lo que se dice saber...
REINA: Esperamos, que es lo más que podemos hacer.
BUFON: Pensé que los reyes lo podían todo.
REY: (Regresa al baúl a dejar la pieza que recién probó en la máquina.) Lo que puedo hacer y haría, si no estuviera tan preocupado en terminar mi invento y los bufones no fueran tan escasos, es ordenar que el verdugo te cortara el cuello.
BUFON: (Mientras sostiene una pieza en la mano.) Uno siempre sabe agradecer a quien tiene la delicadeza de dejarle el cuello como está.
REY: Entonces, entrégame esa pieza.
BUFON: Es toda tuya.
REY: (Llendo hacia la máquina con la pieza.) Esperemos que sirva.
REINA: Los otros días alguien me dijo que en Londres se había perdido un baúl como éste.
REY: (Continúa probando en distintos lugares la pieza.) Entonces debemos tener cuidado al revolver el baúl, podría que fuera éste. No quisiera entrar en guerra por romperles el gran reloj.
REINA: Quizá nuestra pieza haya caído al Támesis. (Al Bufón.) Deberías ir a buscarla.
BUFON: (Con sonrisa fingida.) No se bucear, mi Reina.
REY: (Observa la pieza a contraluz, la sopla y le pasa la mano como para quitarle algo que tuviera pegado.) A todo se aprende. (Coloca la pieza en un lugar de la máquina en el que no la había probado.)
REINA: ¡O podría haber caído dentro de una taza de té!
REY: ¡Aleluya! ¡Aquí está, aquí está! (La Reina se levanta rápidamente, el Bufón lo hace con más lentitud. Ambos se colocan junto al Rey y los tres observan la máquina.)
REINA: (Enternecidamente.) ¡Oh, qué bonita!
REY: (Pausa.) ¡Maldición!
BUFON: ¿Qué ha pasado?
REY: ¿Y tú me lo preguntas, grandísimo bellaco? (Saca airadamente la pieza de la máquina.) ¿Crees que no he entendido lo que tratas de hacerme, a mí, al Rey?
BUFON: (Sorprendido.) No te comprendo.
REY: Pues está clarísimo. Tú me has dado esta pieza porque era la última y así pretenderás llevarte todo el mérito de mi obra.
BUFON: (Confuso.) Pero...
REY: ¡Silencio! (Dando unos pasos hacia atrás.) ¡Atrás, canalla, atrás!
REINA: (Se coloca tras el Rey, como si se escudara en él.) ¡Y pensar que lo considerábamos alejado de toda maldad!
BUFON: ¡Pero si yo no sabía qué debía buscar!
REY: (Melodramáticamente.) ¡Oh, cuán horrible monstruo detrás de tan figurada inocecia!
REINA: (Melodramáticamente.) Ahora ya no podremos creer en lo que creíamos!
REY: (Melodramáticamente.) ¡Tras cada niño supondremos un instinto brutal y asesino!
REINA: (Melodramáticamente.) ¡Oh, cuán abominable la pureza!
BUFON: Pero mi Rey, si fuiste tú quien me pidió esa pieza que yo tenía en la mano.
REY: (A la Reina.) ¡Puedes cree que hasta eso ha planeado!
REINA: ¡Quien sabe con qué habilidades te ha obligado a que se la pidieras!
REY: (Extiende la pieza al bufón.) Tómala, no la quiero. (Una vez que el bufón toma la pieza el Rey se cruza de brazos y gira la cara hacia otro lado.)
BUFON: Pero si has sido tú quien ha dicho que sólo faltaba esta pieza.
REY: Pues ha sido una equivocación.
REINA: Recuerda que eres un Rey.
REY: (Turbado.) ...Un engaño...eso es, la máquina me ha engañado.
BUFON: (Molesto pero resignado. Deja caer la pieza en el baúl.) Como quieras.
REY: (Se acerca al baúl. Con expresión de asombro se inclina y extrae la pieza que antes le había dado el Bufón.) ¡Miren lo que he encontrado!
REINA: Por fin.
REY: ¡Sí, la he encontrado! Es la pieza que necesito.
BUFON: (Fastidiado.) Es la misma que yo te he dado antes.
REINA: ¿La misma?
BUFON: Pues juraría que sí.
REY: Y jurarías mal. Cuando tú me diste la pieza no había pasado por nuestra discusión, ni te la había devuelto, ni la habías tirado en el baúl, ni yo la había vuelto a sacar.
BUFON: Pues es la misma.
REY: ¿Cómo puede ser la misma cuando su historia ha cambiado?
BUFON: Pregúntale a cualquiera si esa no es la misma pieza que te di hace un momento.
REY: Es que su sentido ha cambiado. Incluso ahora ya no va aquí (señala donde la había puesto antes) sino aquí. (Pone la pieza en otro lugar.)
BUFON: La pieza es la misma y esa es una verdad objetiva que cualquier Rey debe aceptar.
REY: Pero a veces la verdad objetiva puede ser subjetivamente falsa.
BUFON: Pues entonces algo debe andar mal.
REY: Ambas cosas... o ninguna.
BUFON: No sólo la pieza es la misma sino que ahora tu máquina es diferente, pues has colocado la pieza en otro lugar.
REY: Te enredas demasiado en las apariencias; pero, claro, tú sólo eres un bufón. (Sonriendo.) Tú serías capaz de creer en los fantasmas tan sólo con comprobar que existen.
REINA: ¡Terminen con las discusiones, que me aburren! Y tú, Rey, muéstranos cómo funciona tu máquina.
REY: (Girando y moviendo piezas de la máquina.) Oh, es muy simple. Se mueve esto así... y luego esto... y ya está. (No pasa nada..)
REINA: (Pausa.) ¡Magnífico!
REY: (Con falsa modestia.) Gracias, gracias.
BUFON: ¿Y qué ha sucedido?
REY: (Molesto.) ¡¿Podrá ser que no te has dado cuenta?!
BUFON: (Tímidamente.) Pues...no.
REINA: ¡Hazlo de nuevo, hazlo de nuevo!
REY: (Moviendo otras piezas y en otro sentido de lo que lo hizo antes.) Muevo esto así... y esto acá... y esto también... y esto... y ya está. (No pasa nada.)
REINA: (Pausa.) ¡Grandioso!
BUFON: ¿Alguien podría explicarme? No he podido notar nada.
REY: Podría estar ocurriendo que en Africa los leones se estuvieran convirtiendo en puercoespines.
REINA: O que todos los girasoles se tornaran de plata.
REY: O que el combate de Troya se volviera a llevar a cabo en este instante. (Saca un reloj de bolsillo y mira la hora. Para sí mismo.) Debo recordar esta hora y anotarla en mis papeles.
REINA: O Londres... ¡acaso Londres podría haber vuelto a la normalidad!
BUFON: Deberíamos estudiar mejor los resultados de esta máquina para saber exactamente cuáles son.
REY: Son los que hemos dicho y muchos otros.
BUFON: Propongo evaluar en el lugar de los hechos , y lo más racionalmente posible, cada hipótesis.
REY: ¡El Laberinto! ¡No podemos salir del laberinto!
BUFON: (Molesto.) ¡El laberinto, el laberinto! Mira, el laberinto...
REINA: ¡Basta! ¡Parecen empecinados en amargarme con sus discusiones! (Va a la mesa, toma un libro de una de las bolsas de arpillera y se sienta a leerle en uno de los sillones.) Prefiero dedicarme a cosas más dóciles.
BUFON: (Apenado.) Está bien... yo no quise... (Animosamente.) ¿Y que tal si hacemos algo para entretenernos?
REY: Yo le tengo que poner nombre a mi máquina.
BUFON: ¡Y qué nombre tendrá? (Sarcásticamente.) Quizá si supieras bien para qué sirve podrías ponerle el nombre adecuado.
REY: Es que sirve para tantas cosas y para tantas otras tan insospechadas... ¡Artalamio! (camina en torno a la máquina. Pensativo.) Artalamio... Artalamio...
BUFON: Si tú lo dices.
REY: No, Artalamio no. Y a ti, mi Reina, ¿no se te ocurre algo?
REINA: (Baja el libro. Pausa.) ¡Hegesíbulo! (El Rey hace una mueca de no estar completamente de acuerdo.) No, no. No quise decir ese nombre... ¡Ay, lo tengo en la punta de la lengua!
REY: (Corre hacia la Reina y le toma la cara con las manos.) Muéstrame la lengua. La Reina saca la lengua.) Bueno, muy en la punta no está.
REINA: ¿Pero qué dice?
REY: ¡Cuidado, mujer, que puedes morder el nombre y saldrá corriendo! (Leyendo con dificultad. Dice: Franuprasio. (Vuelve hacia la máquina. Pensativo.) Franuprasio... Franuprasio...
REINA: (Desconsolada.) No, no era ese el nombre que pensé tener en la punta de la lengua. (Retoma su lectura.)
BUFON: Vamos, hagamos algo más divertido.
REY: Tengo la obligación de ponerle un nombre a mi máquina y no me evadiré cobardemente como una sucia rata.
BUFON: ¡Eso! ¡Digamos nombres de animales para divertirnos! Te mostraré que puedo seguir un juego.
REY: Está bien. Empieza tú.
BUFON: Lagarto.
REY: Cantimplora.
BUFON: (Mira a la Reina. Pausa.) Vamos, mi Reina, le toca a usted.
REINA: Yo no dije que jugaría.
BUFON: Pero es un juego, ¿cómo no va a jugar? Comencemos de nuevo. Empiece usted, mi Reina y luego sigue el Rey.

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